PROGRAMA DE INTERCAMBIO CULTURAL

FUNDAMENTACIÓN

Para concluir y solidificar el trabajo en los talleres, y marcar el fin de una etapa de desarrollo, durante el último año de Taller 2, los niños tienen la posibilidad de experimentarse en el inicio de una nueva etapa, con un mayor ejercicio de su voluntad, participando de un intercambio cultural con comunidades Montessori ubicadas en otros países y que, teniendo aspectos comunes ofrecen también el enriquecimiento de la diversidad cultural, la posibilidad de contactarse con otras costumbres, religiones y valores que contienen a su vez, la esencia humana regida por las mismas leyes de la vida.

El programa nació y continúa creciendo motivado por el deseo de lograr una educación que dé a los niños la posibilidad de un desarrollo integral, es decir un crecimiento que involucre los diferentes aspectos que constituyen al ser humano.

La filosofía Montessori nos ofrece propuestas y técnicas de trabajo concretas para lograrlo y, sobre todo, nos propone una visión de vida en la cual el hombre no es principio ni fin, en donde la vida es indivisible, plena y profunda, una vida que tiene sus propias leyes a las cuales el hombre no puede sustraerse.

María Montessori nos guía a trabajar para adquirir conciencia y goce de la armonía universal a través del desarrollo de la independencia, de la voluntad y el trabajo, primeramente como individuos y después como seres comunitarios que aspiran a vivir en una sociedad formada por la cohesión entre sus miembros, siendo éste el camino de una educación para la paz.

Para reforzar y concretar la adquisición de dicha estructura, aparte de seguir los lineamientos Montessori en el trabajo cotidiano, ofrecemos constantemente experiencias a través de las cuales el niño pueda avanzar en las distintas etapas de su vida logrando una mayor independencia, autonomía y voluntad propia.

Diversas sociedades, a través de los tiempos, han desarrollado rituales de pasaje, con distintos objetivos. Son considerados rituales de pasaje los que se practican al ocurrir acontecimientos como el nacimiento, imposición del nombre, ofrecimiento o ingreso a la escuela, llegada de la pubertad, matrimonio, embarazo, enfermedad grave, muerte y exequias.12 años es la edad en que culturas actuales, por tradición, realizan rituales de pasaje a la mayoría de edad, tales como la Confirmación en los católicos y el Bar Mitzva de los judíos.

Una de nuestras inspiraciones para realizar el intercambio cultural, es el rito de los indios Sioux. Este pueblo enviaba sus hijos, a la edad de 12 años, a vivir en otra tribu, distinta y distante de la suya, por determinado tiempo. Al volver a convivir con su gente, los niños eran considerados adultos. El objetivo, todavía, iba más allá de una experiencia de adaptación y autonomía. Pensaban ellos que después de conocer cercanamente diferentes maneras de vivir, las confrontaciones ideológicos pasaban a tener otra característica: la tribu rival ya no era solamente un pueblo lejano. Las personas tenían rostros, nombres, hábitos conocidos. Este intercambio era, por lo tanto, eminentemente de educación para la paz.
Nuestro programa de intercambio quiere ser un marco en la vida de los alumnos. Marco que significa que los niños adquieren determinadas habilidades que le otorgan el derecho a una nueva etapa, más compleja. Marco que nos permite sedimentar toda una filosofía de educación que está basada en respeto y valorización de las diferencias. Marco que corrobora una educación hacia la paz: interior y entre los hombres.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

• Desarrollar la independencia y la voluntad del niño.
• Incrementar la autoestima individual y grupal.
• Integrar profundamente al grupo de alumnos.
• Aprender a valorar el trabajo en equipo.
• Promover en la familia el reconocimiento y aceptación de la necesidad y
capacidad de independencia que el niño tiene.
• Solidificar los propósitos de las “Grandes Lecciones” del programa
Montessori: Desarrollar sentimientos de admiración por la obra del hombre a
través del conocimiento y comprensión de otra cultura.
• Concretar un concepto global del mundo (el mundo como nuestra casa),
ampliando la visión y permitiendo ir del micro al macro.
• Desarrollar la capacidad de adaptación a un entorno e idiosincrasia
diferentes.
• Fomentar, conocer y valorar nuestra propia cultura y raíces.